Esto es lo que sucede actualmente con nuestros congéneres del tan lastimado país, olvidado por las grandes sociedades, por los países primermundistas, aquél país que rara vez o en la mayoría, nunca lo escuchamos en nuestra clase de geografía, aquélla isla que en medio de lugares paradisiacos, hoy se encuentra en un estado tan semejante como a un infierno terrenal. Ésta República de Haití, la misma que recibió a Cristóbal Colón en 1492, encontrando aborígenes que no superaban los 300,000; hoy, esa cifra se queda corta con los decesos a causa del terremoto de 7.0 grados Richter que derrumbó no solo estructuras sólidas, sino la "poca" historia que tenían, sus riquezas, la vida misma de Haití, y con esto, quizá, sea la forma que a partir de aquél 12 de enero del 2010, Haití será recordada y jamás olvidada, y no meramente por esa catástrofe de tipo trepidatorio, sino por el abandono sin precedentes de la ONU, ante la incapacidad de contener a tantos sedientos y hambrientos, desesperados por estar embriagados del pútrido olor a muerte y desconsuelo de verse todavía MÁS desgraciados.
Lastimosamente, no se ha llegado al final de esta terrible historia, más bien, es el comienzo de una crónica del desastre, un desastre donde podríamos culpar a la "naturaleza", o tal vez, era el castigo adelantado a la carencia de paciencia y autocontrol de los caribeños, no lo sé...
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